La COVID19 nos ha mostrado recientemente una de las caras más dramáticas de lo que la OMS define como pandemia: «infección por un agente infeccioso, simultánea en diferentes países, en relación con la proporción de población infectada.»
Sin embargo existe otra suerte de pandemia que, aunque no se ajusta a esta definición técnicamente, sí se ajusta a los patrones de dramatismo, extensión geográfica y proporción de población afectada. Es una epidemia llamada Obesidad.
Cada año mueren en todo el mundo más de 2,8 millones de personas por su este motivo (who.int). Desde luego es un dato muy preocupante. En 2016, más de 1.900 millones de mayores de 18 años tenían sobrepeso, y más de 650 millones eran obesos.
En España, según la Encuesta Nacional de Salud del año 2017, un 18,2% de hombres de 18 y más años y un 16,7% de mujeres padecían obesidad.
En los grupos de edad de 18 a 64 años es superior el porcentaje de hombres que padecen obesidad.
Respecto al sobrepeso, un 44,3% de hombres y un 30,0% de mujeres padecen sobrepeso según datos de esta misma Encuesta.
Como norma se establece el Índice de Masa Corporal como patrón para fijar los límites ponderales.
El sobrepeso y la obesidad constituyen, además, un importante riesgo para el desarrollo de enfermedades también potencialmente mortales: patologías cardiorrespiratorias, metabólicas, algunos tipos de cánceres, etc., o con una alta morbilidad, sobre todo entre la población anciana.
El aumento de peso por encima de lo que nuestro sistema locomotor es capaz de soportar, provoca que tanto tejidos blandos como articulaciones deban soportar presiones y tensiones para las que no están adaptados. Esto es más evidente a medida que nos aproximamos a la tercera edad, y se convierte en morbilidad en la edad avanzada.
Un mayor obeso es más propenso a sufrir caídas y fracturas.
Otra gran protagonista entre las enfermedades crónicas es la artrosis u osteoartritis, como se la conoce en otros países.
La artrosis es una patología de tipo reumático que lesiona el cartílago articular del hueso. Es crónica y degenerativa, lo que indica que, a día de hoy, no tiene cura. Hay factores que pueden agravar su pronóstico y acelerar su proceso.
La osteoartritis (OA) es una causa principal de dolor crónico y discapacidad. Además de la inflamación, se ha planteado la hipótesis de que la patología vascular desempeña un papel en su etiología y progresión. Debido a los efectos secundarios y la baja eficacia de los tratamientos farmacológicos, los suplementos dietéticos son populares como tratamientos alternativos, pero la evidencia de eficacia es limitada.
Sulfato de condroitina, colágeno, glucosamina, MSM (metilsulfonilmetano), ácido hialurónico, etc., son suplementos (no medicamentos) que se suelen utilizar con la esperanza de reducir los síntomas, pero cuya efectividad aún no está totalmente demostrada, si bien si existe una cierta evidencia de su utilidad. Eso sí, a medio largo ? plazo.
Juntas y en personas de edad avanzada, obesidad y artrosis constituyen un tándem demoledor. Además se genera una retroalimentación entre ambas que constituye la base de su comorbilidad: el dolor articular produce dolor, el dolor impide o limita el movimiento, la falta de ejercicio genera sobrepeso y de ahí a la obesidad. Más obesidad es igual a más dolor articular, lo que genera ese círculo vicioso tan maligno.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Bueno, ya hemos hablado en otros posts de la importancia del ejercicio para las personas de edad avanzada, tanto dentro como fuera del ámbito residencial. Pero si éste no resulta suficiente por el motivo que sea, la segunda parte de la ecuación es la dieta. La suma de ambos factores ha de dar como resultado un peso adecuado del mayor.
Una dieta ajustada en calorías y nutrientes a las necesidades de las personas aquejadas de artrosis es fundamental. Sobre todo si ésta se produce en articulaciones de carga como cadera y rodilla.
Si bien comentábamos anteriormente que la eficacia de los muchos suplementos que existen no tiene el aval de una evidencia científica concluyente, sí hay estudios que han mostrado el beneficio de algunos de ellos en el signo más evidente de la OA, que es el dolor.
Es el caso de uno de este mismo año publicado por la Oxford University Press en nombre de la Sociedad Británica de Reumatología: La suplementación con aceite de pescado reduce el dolor específico de la osteoartritis en adultos mayores con sobrepeso / obesidad.
Se realizó un ensayo de suplementación de diseño factorial 2x2 aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo, con aceite de pescado (2000 mg de ácido docosahexaenoico + 400 mg de ácido eicosapentaenoico / día), curcumina (160 mg / día) o una combinación de ambos en adultos mayores obesos.
La mayoría de los participantes informaron dolor crónico, que era predominantemente específico de OA. El aceite de pescado redujo significativamente el dolor específico de OA (P = 0.002, d de Cohen = 0.56) y la carga (P = 0.015, d de Cohen = 0.45) en comparación con ningún tratamiento, reducciones correlacionadas con mejoras en la función microvascular y bienestar general. La curcumina, sola o en combinación con aceite de pescado, no redujo el dolor.
En resumen:
Incluir ciertos suplementos (no medicamentos) en la estrategia de lucha contra los signos más discapacitantes de la artrosis es una opción válida, en tanto no estén desaconsejados por el facultativo. No obstante no podemos jugar sólo esta carta si se trata, además, de un paciente o anciano obeso, o con sobrepeso.
En primer lugar hay que librarse de los kilos ?patológicos?. Ejercicio y hábitos nutricionales adecuados.