En marzo de 2020 la OMS declaró una pandemia. El SARS-CoV-2, más conocido como Coronavirus, había conseguido traspasar la frontera China y extenderse por medio mundo. La ciudad de Wuhan se hizo tristemente famosa. Con el paso de los meses también lograría extenderse por el otro medio.
Se trataba de un virus conocido por los veterinarios por su implicación en animales, pero no afectaba a los humanos. Como algunos otros. Pero, de alguna forma, este virus consiguió reconfigurarse y parasitar también nuestros organismos.
Al principio todo era nuevo. Los científicos trabajaron sin descanso para conseguir averiguar cómo funcionaba este patógeno en la fisiología humana, cómo se contagiaba, qué órganos o sistemas eran los más afectados. Era una carrera contrarreloj para tratar de encontrar la forma de contener su propagación y, por supuesto, una vacuna eficaz.
Lo primero que pudimos observar fue lo feroz que se mostraba en las personas de edad avanzada, atacando el sistema respiratorio. Luego se supo que, además, también afectaba a otras partes de la anatomía.
Esta vulnerabilidad puso en máxima alerta a todas las personas implicadas en el cuidado de personas mayores, ancianos debilitados por enfermedades previas, inmunodeprimidos, con historial clínico respiratorio, etc. Se adoptaron las medidas que se pudieron adoptar con los medios que se tenían, ante un escenario que nadie podría haber imaginado apenas unos meses antes. El resultado ya es por todos conocido: la COVID-19 (Coronavirus Disease 2019) se ensañó de forma despiadada con la población más débil: las personas ancianas.
Las personas mayores que viven en residencias necesitaban ser protegidas prioritariamente. Se tuvo que lidiar con todos los impedimentos posibles: carencias, desconocimiento, falta de control, ausencia de personal, etc. Pero el tiempo ha ido pasando y estos problemas se han ido subsanando.
Además, la ciencia y la dedicación de personas entregadas, han conseguido acotar y arrinconar en tiempo récord este virus hasta conseguir conocer su biocinética y, por tanto, mejorar las medidas de contención, promover medidas para evitar contagios por imprudencia y aislar una (varias, en realidad) vacuna efectiva.
No sólo en España; en todo el mundo se empezó a vacunar en primer lugar a los mayores residentes. ¿Os acordáis de Araceli?
«Pasaban unos minutos de las 09.00 horas cuando Araceli Hidalgo, de 96 años, ha hecho historia en la residencia Los Olmos de Guadalajara. La anciana, la residente de más edad del centro de mayores, ha sido la primera persona en recibir la vacuna contra el coronavirus en España. "Muy nerviosa", se ha santiguado antes de recibir el pinchazo ante las cámaras. Pero enseguida ha afirmado que no había sido "nada", apenas "un poquito de picor".» El Mundo.
Ella pasó a la historia como la primera persona en recibir esa vacuna en España. Sucedía un domingo, 27 de diciembre de 2020. Después de ella han venido miles de mayores residentes más.
Este esfuerzo humano y científico ha conseguido que, a día de hoy, las residencias sean lugares mucho más seguros. Los efectos de la vacunación se han empezado a notar.
«Desde el inicio de la vacunación frente a la covid-19 en las residencias de mayores de la Comunitat Valenciana ha ido disminuyendo el número de contagios entre los residentes y el personal que trabaja en estos centros. De hecho, desde hace un mes, el número de casos registrados en las residencias de mayores ha bajado un 64%, pasando de registrar durante la tercera semana del mes de enero hasta 1.299 nuevos casos, a los 472 notificados durante toda la semana pasada.
» Asimismo, los últimos datos del servicio de Epidemiología reflejan también un descenso de los brotes por coronavirus en los centros de mayores. En este sentido, en el periodo de un mes ha bajado un 78,04% el número de brotes nuevos que se notifican en las residencias, y al mismo tiempo, disminuye en un 23,04% la cifra de brotes activos.» Cadena SER.
Noticias como esta han ido apareciendo cada vez con más frecuencia en todas las Comunidades Autónomas.
El confinamiento estricto de residentes para evitar los contagios procedentes del exterior, tan necesarios como dolorosos para los mayores, se están empezado a relajar.
«La Diputación Foral de Bizkaia ha presentado este miércoles el nuevo protocolo para las residencias que se pondrá en marcha el próximo 1 de marzo y que flexibilizará las visitas y salidas de las personas mayores residentes.
» Según ha explicado el diputado de Acción Social de Bizkaia, Sergio Murillo, el protocolo recoge cambios respecto a la situación actual como la autorización a los residentes de tres visitas y dos salidas semanales "como mínimo", aunque ha confirmado que este documento está todavía en la fase de borrador de orden foral que espera publicar la semana próxima.» Cadena SER (17.02.21)
Podríamos inferir que, a día de hoy, las residencias de ancianos son lugares seguros para éstos. No sólo porque la campaña de vacunación que se inició con Araceli los ha tenido siempre como grupo de vacunación prioritario y preferente, sino por todas las medidas y controles que se han ido tomando con el paso de los meses, para convertir estos inmuebles en los lugares más protegidos.
«El Ministerio de Sanidad, por su parte, ha observado que las personas con más de 65 años residentes en centros para mayores presentan una incidencia del virus menor que los integrantes de ese grupo que no habitan en esos lugares. Es la primera vez que ocurre desde el principio de la pandemia, según el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. No obstante, desde el organismo se muestran muy prudentes al respecto ya que, a pesar de que podría ser debido a la eficacia de la vacuna, también podría haberse producido esa inversión al extremar las precauciones en esos centros de cara a insuflar las inyecciones a residentes y personal trabajador.» RTVE.
Desde Mundomayor y ESSIP nunca tendremos suficientes palabras para agradecer la labor, el esfuerzo, la dedicación y el trabajo que ha realizado todo el personal que cuida de nuestros mayores, para conseguir minimizar el daño y luchar contra tan innoble enemigo.
El fruto de su implicación ya se está traduciendo en una progresiva pero decidida vuelta a la normalidad. Quizá no exactamente la misma que existía antes de la COVID-19; posiblemente una normalidad más saludable, más preventiva y mejor.
Todas esas personas han aprendido. Se han convertido en mejores profesionales. El Coronavirus les ha puesto un duro examen y lo han superado con nota.
¡Gracias a todos esos abnegados profesionales!