Para establecer un criterio sólido y seguro de los beneficios del ejercicio en personas mayores, hay que recurrir a la evidencia científica.
Afortunadamente cada vez hay más estudios que trabajan sobre el tema con resultados que, todavía hoy, pueden resultar sorprendentes. Sin embargo, la Ciencia lo tiene claro y es de ésta de quien debemos fiarnos.
Ante todo se trata de que nuestros mayores tengan una vida saludable y, en el peor de los casos, lo más autónoma posible. Así que la prescripción de deporte y/o ejercicio debería estar controlada por personas expertas en estos ámbitos: tercera edad y deporte.
En este sentido el pasado año se publicó el resultado de un nuevo estudio cuyo objetivo fue investigar los efectos de ejercicios de fuerza con bajas cargas y alta velocidad, altas cargas y baja velocidad, realizados una o dos veces por semana, sobre indicadores de rendimiento, fuerza máxima y composición corporal en adultos de edad avanzada.
A pesar de que todavía se percibe el deporte de fuerza como algo "lesivo" para el cuerpo y debilitante a medio - largo plazo para articulaciones y otros tejidos del sistema locomotor, lo cierto es que no es así. Al menos si se éste está adecuado a las características y necesidades de cada persona. Esto incluye también, por supuesto, a personas de edad avanzada.
Como comenta en su blog el dr. José López Chicharro, catedrático y profesor de Fisiología del Ejercicio de la Universidad Complutense:
Un estudio más que evidencia la indicación del entrenamiento de fuerza con altas cargas en personas de edad avanzada. Aunque para muchos la tendencia natural puede ser disminuir la carga de entrenamiento en esta población, la recomendación actual es asegurar que las sesiones de entrenamiento de fuerza alcancen suficiente volumen e intensidad de esfuerzo, con el fin de lograr mayores mejoras en la ganancia de fuerza y capacidad funcional. Obviamente habrá que tener en cuenta las posibles limitaciones funcionales o derivadas de patologías que son frecuentes en esta población.