A medida que aumenta la incidencia de la enfermedad de Alzheimer (EA) y otras enfermedades neurodegenerativas, aumenta el interés en los factores ambientales que pueden contribuir al inicio y la progresión de la enfermedad.
La contaminación del aire es de sobra conocida como un gran peligro para la salud. Sus efectos sobre la morbilidad y mortalidad cardiopulmonares se han estudiado ampliamente, y cada vez hay más pruebas de que la exposición al aire contaminado se asocia a un deterioro cognitivo a cualquier edad, y un mayor riesgo de EA y otras demencias en la edad adulta.
Esta asociación es particularmente notable con contaminantes relacionados con el tráfico: dióxido de nitrógeno, óxido nitroso, carbono negro y otras partículas.
Los mecanismos exactos por los cuales la polución del aire media en la neurotoxicidad y conducen al deterioro cognitivo y EA siguen siendo en gran medida desconocidos. Los estudios que utilizan modelos de cultivos animales y celulares indican que el procesamiento de beta amiloide, la defensa antioxidante y la inflamación se ven alterados después de la exposición a los componentes contaminantes presentes en el aire que respiramos.
Un estudio presentado por la Universidad Chang Gung en 2018 muestra la evidencia reciente que respalda la exposición a la contaminación del aire como un riesgo de deterioro cognitivo a cualquier edad. Asimismo investiga los mecanismos moleculares por los cuales los contaminantes del aire median daño en el sistema nervioso central (www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6138768).
Marta Crous, investigadora del Barcelonaßeta Brain Research Center, nos explica que existen diversos estudios que apuntan que la exposición a la contaminación ambiental tiene una relación con la aparición de la demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, en este vídeo del canal de YouTube de la Fundación Pasqual Maragall.