A día de hoy resulta evidente la positiva relación entre ejercicio y esperanza de vida.
Muchos estudios se han llevado a cabo para tratar de demostrar este vínculo saludable, con resultados satisfactorios en un altísimo porcentaje de ellos. Sobre todo los desarrollados con grupos de población de edad avanzada.
No obstante, el efecto de la actividad física sobre el riesgo de mortalidad es un parámetro bastante desconocido, en realidad.
Recientemente se ha publicado un artículo en la revista «Age and Aging» (Volumen 49, Número 3, mayo de 2020, páginas 382?388) cuyo objetivo ha sido investigar la asociación del ejercicio con la mortalidad en las personas mayores.
La investigación se llevó a cabo en 2006 a partir de datos de chequeos anuales realizados a ancianos de Taipéi (Taiwán).
Los participantes fueron entrevistados utilizando un cuestionario estructurado para recopilar datos sobre demografía y comportamientos de estilo de vida. Se recogieron muestras de sangre en ayunas para medir los niveles de glucosa, la función hepática y renal, y los perfiles de lípidos.
La frecuencia del ejercicio se clasificó en:
- Sin ejercicio.
- 1 ? 2 veces por semana.
- 3 ? 5 veces por semana.
La mortalidad por todas las causas se determinó a partir del Registro Nacional de Defunciones.
Las personas mayores participantes tuvieron un seguimiento, bien hasta su fallecimiento, o hasta el 31 de diciembre de 2012, lo que ocurriera primero. Las curvas de Kaplan-Meier y el análisis de riesgos proporcionales de Cox se utilizaron para investigar la asociación entre el ejercicio y la mortalidad por todas las causas.
En total se analizaron 42.047 personas mayores. 22.838 (54,32%) eran hombres y tenían una edad media de 74,58 (6,32) años. Las curvas de Kaplan-Meier de mortalidad por todas las causas estratificadas por la frecuencia del ejercicio, demostraron hallazgos significativos (Log-rank P ?<0.01).
El análisis de regresión multivariante de Cox mostró que las personas mayores con niveles más altos de ejercicio tenían un riesgo significativamente menor de mortalidad (FC moderada = 0,74, IC del 95%: 0,68?0,81, FC alta = 0,65, IC 95%: 0,59?0,70) después del ajuste para posibles factores de confusión, con una tendencia significativa ( P para tendencia <0.01).
Los investigadores integrantes del equipo llegaron a la conclusión de que las personas de edad avanzada con mayores niveles de ejercicio tenían un riesgo significativamente menor de mortalidad por todas las causas.
Parece pues evidente, una vez más, que la realización de actividad física adaptada a cada caso llevada a cabo de forma regular y sistemática, no sólo es un factor que mejora la calidad de vida del mayor, sino que puede convertirse en una gran herramienta de prevención del riesgo de mortalidad por causas endógenas.
Moraleja: ¡A moverse!
Ref.: Oxford Academy ? Age and Aging Journal